Decir con los ojos

Mírame a los ojos compañera, ellos hablan con más honestidad que la lengua, digámonos todo de pupila a pupila, de iris a iris, que nada de lo que neguemos o afirmemos tendrá el apoyo de la mirada si corre riesgo la certidumbre. Ella, la mirada, se gobierna sola y es aliada incondicional del corazón, por eso no tolera que el amor sea ciego como lo proclaman los necios devoradores de poemas edulcorados, apretujadores de fotos guardadas en sus carteras, suspiradores de paisajes bucólicos.

Cuando nos amemos mírame a los ojos, se opacarán los gemidos, nuestra respiración entrecortada pasará desapercibida, estaremos muy ocupados dentro de nosotros viendo lo invisible, viendo la verdad en rojo color de sangre, oscura, como debe ser, para descubrir el origen real de la luz sin que esta hiera nuestras retinas. ¡Mírame carajo!, no dejes de hacerlo, que nunca he sido tan honesto dando como en este instante de abrazos y besos. Mírame amor, mírame siempre, ahora que por ti… de nuevo tengo ojos en el rostro.

2 respuestas a “Decir con los ojos

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